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"Hay que arriesgarse..."

El primero de enero de 2013 Antonio Savinelli decidió aparcar un largo que llevaba varios años luchando por rodar y que había pasado por varias reescrituras y productoras. Ese día resolvió comenzar otra historia, al principio no sabía sobre qué pero la nueva semilla se hizo presente los primeros días de enero cuando, mientras viajaba en tren, supo que el guión giraría alrededor de dos personajes cuyas historias inconexas había conocido en sus recientes vacaciones en Italia.

De regreso a Valencia comenzó esa “locura” de vivir en un “calendario mágico” que él mismo estructuró. Un organigrama en el que estaba distribuido el tiempo de gestación y desarrollo no solo de su nuevo guión sino de la preproducción, producción y post producción de su nueva película.


Trazó un esquema que incluía dejar su trabajo como docente de la Escuela Off, donde tantas veces había sugerido a sus alumnos estructurar un calendario como método de trabajo, para (por fin) dedicar su tiempo a ponerlo en práctica y conseguir así cumplir con el objetivo que lo trajo a Valencia.


Antonio llegó al cine por casualidad, pues un amigo que conocía su afición por la escritura le encargó un guión y después de asistir al rodaje, Tony dejó la carrera de economía para entrar en una escuela de cine que exhibía en la entrada una cámara de 16mm como objeto de atracción pues, para decepción de los estudiantes, no se usaba nunca en los rodajes. Así que él y sus compañeros se pusieron manos a la obra hasta conseguir los medios que les permitieron rodar sus trabajos en celuloide. Al salir de la escuela se dedicó a trabajar en spots publicitarios, dirigir sus cortos y comenzó su carrera como docente creando el Taller práctico de cine qué más tarde consiguió poner en marcha en Valencia.


Aunque en Venezuela le iba bien, Tony apostó por una beca para estudiar guión pues, en ese tiempo, le parecía que ese era el talón de Aquiles de las películas Venezolanas.

Antes de viajar a Europa recopiló algunos de los cuentos que había escrito desde los 15 años y, al no encontrar editorial, decidió editarlos él mismo para cerrar una etapa, seguro de que no volvería pronto a Venezuela. Luego, tomó un avión, cargado con sus cuentos y su decisión de hacer un largo y aterrizó en la FIA (Fundación para la Investigación del Audiovisual) gracias al programa Ibermedia. Desde entonces ha recibido varios premios de escritura, fotografía y video, desarrollando una carrera que se nutre del ejercicio de la enseñanza y de la creación audiovisual, avanzando siempre con firmeza hacia sus objetivos.


El título de su ópera prima: En la ciudad sin brújula, me recuerda mi sensación, hace casi once años, cuando nos conocimos en las aulas del Palau de Pineda provenientes de distintas latitudes, buscando las mismas coordenadas y por donde pasaron varios miembros del equipo que ha formado parte de esta película, gracias a la cual, nos hemos reunido nuevamente después de haber recorrido caminos paralelos durante estos años.


Tony ha conseguido comprometer en su proyecto a gran parte de los buenos amigos que ha encontrado en esta ciudad, entre los que se cuentan sus alumnos y un grupo de colaboradores de diferentes nacionalidades que hemos logrado comunicarnos en el lenguaje que más nos gusta, guiados por un director productor que ha sabido sacar lo mejor de cada uno de nosotros.


La idea de En la ciudad sin brújula surge en un viaje y habla de un viaje. Quizás porque como hijo de inmigrantes italianos en Venezuela y como inmigrante Venezolano en Europa, el viaje, es una constante en su vida, y reducir la casa a una maleta, es una situación que conoce de cerca.

En su película, la ciudad se convierte en el punto de encuentro de dos extranjeros que han perdido el rumbo hacia sus sueños. Anna, una inmigrante húngara y Pascual, un extranjero en su propia vida, cruzan sus caminos para recordar lo que realmente les importa.


Cumpliendo a raja tabla con el calendario que se propuso hace un año y medio, En la ciudad sin Brújula se encuentra ahora en fase de post producción gracias a un método que ha permitido a Tony llevar a cabo sus proyectos cueste lo que cueste y que se resume en una frase suya:

“Hay que arriesgarse, hay que hacer las cosas y ya".




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